domingo, noviembre 12, 2006

Mon enfer

Sentado allí, frente a flamazos lilas y erupciones RGB, me encuentro con mucho de lo que me estaba escondiendo: Una boca de botella que me huele a una ex casa, una southern belle, una muchacha de proporciones familiares, y en la TV un portero de apellido Fernández que ve cómo los rivales anotan un punto en su marco, ¡Dios! Tenía mucho que no veía ese deporte, aunque no tanto como para olvidar la última vez que lo vi.

Mientras exhalaba humo de tabaco ajeno y recordaba el beso de esa hoja en mi garganta, sentía como se me escapaba el alma. El estar perseguido, inclusive allí, me doblegó, pero siendo objetivo y moralista, era evidente que no encontraría una cura (o anestesia) para estas llagas.

Pero algo pasó. No se si fue el entregarme a un deseo que no he podido consumar, el enterarme de coincidencias que iban más allá de las evidentes, el acoger una resignación o el abandonar la razón e irme a un mundo diferente, pero me sentí bien por un rato.

Lástima que ese rato terminó.

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